Fundada en París por San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac en 1633, desarrolló su labor solidaria en Francia y Polonia durante los siglos XVII y XVIII. Hacia 1790 llegó a España y en el siglo XIX se hizo presente en casi todos los países de Europa y América Latina, además de en países de América del Norte, Asia, África y Oceanía. Durante el siglo XX y hasta nuestros días ha continuado su expansión por todo el mundo. En la actualidad la congregación está presente en 93 países de África, América del Sur, Asia y Europa. El número de hermanas es de 23.045 distribuidas en 2.567 comunidades y 78 provincias canónicas.
El espíritu de las Hijas de la Caridad se fundamenta en la práctica de las virtudes de humildad, sencillez y caridad, añadidas a las del respeto, compasión y cordialidad para servir a los pobres con verdadera devoción. Comprometen su vida en la atención a los olvidados, enfermos y marginados de todo el mundo. Realizan una extensa labor humanitaria y social al tiempo que trabajan en favor de la justicia, la paz y la solidaridad. En países del tercer mundo como India, Libia, Angola, Bolivia, Camerún, Congo, Ghana, Ruanda, Haití, Honduras, Mauritania, Madagascar, Marruecos, Mozambique y República Dominicana, entre otros, las Hermanas atienden comedores escolares y centros para madres y niños lactantes, sanatorios curativos para enfermos de sida, lepra y tuberculosis. Además, construyen escuelas y se ocupan de la enseñanza de niños y jóvenes. Su labor está siendo fundamental en la reconstrucción de los países afectados por las últimas catástrofes naturales y en los cada vez más numerosos campos de refugiados de todo el mundo.
La obra de las Hijas de la Caridad se extiende también al mundo desarrollado. Están al servicio de los más necesitados en hospitales, escuelas, casas de atención pastoral, hogares infantiles y de mujeres maltratadas, residencias de ancianos, albergues para mendigos, casas para mujeres convalecientes y sin recursos, pisos tutelados, talleres ocupacionales y centros de rehabilitación de toxicómanos. Organizan economatos para la distribución de alimentos y también atienden a personas mayores en su domicilio, a minusválidos físicos y psíquicos, a jóvenes sin apoyo social ni familiar, a presos en las cárceles y a inmigrantes para su integración.
Desde hace más de 350 años son la esperanza de los barrios marginales y de los grupos de población más desfavorecidos e intentan dar solución a las necesidades más urgentes en cada lugar, llevando a cabo proyectos asistenciales, sanitarios y educativos de acción solidaria.